C
on el paso del tiempo, las capacidades de las personas se van reduciendo ocasionando daños muy graves algunos irreversibles, otros que con solo un poco de atención disminuyen e incluso desaparecen. Una alteración que es común es el vértigo posicional paroxístico benigno.
Este tipo de daño es un problema del oído interno llamada otoconia, al parecer es por la pérdida de cristales de carbonato de calcio del canal semicircular posterior, estos diminutos elementos son pequeños cristales que migran hacia el sistema de canales o conductos semicirculares del oído provocando mareo o vértigo, vómito, taquicardia, respiración lenta (bradipnea) y sudoración. Afecta a mujeres mayores de 50 años dos veces más que a los hombres.
El prestigiado otorrinolaringólogo Rubén Ramos Alcocer, experto en la materia, señala que, el vértigo posicional benigno representa entre 30 y 40% de los pacientes que visitan esta especialidad.
Sin embargo los mareos y demás síntomas de este trastorno podrían desaparecer con sencillos movimientos, de acuerdo con la nueva guía de la Academia Americana de Neurología, “una serie de movimientos de cabeza y cuerpo, realizados con la ayuda de un especialista, es la solución más eficaz para este trastorno”.
Síntomas
Sentirse en movimiento
Sentir que al rededor el resto se mueve
Pérdida del equilibrio.
Náuseas y vómitos.
Hipoacusia.
Problemas de visión, como la sensación de que las cosas están saltando o moviéndose.
La sensación de vértigo al mover la cabeza.
Lo que se trata de hacer con dichos movimientos es recolocar los cristales de calcio en sus conductos adecuados para que no sigan estorbando, ello mediante la maniobra de Epley (o procedimiento de reposición), que consiste en sentar al paciente en una mesa o una cama con la cabeza girada unos 45º hacia el lado del oído que tiene las molestias.
Luego, se sostiene la cabeza, el cuello y los hombros del paciente y se mueve en bloque para tumbarlo.
Se puede colocar una almohada para que cuando se tumbe, ésta quede a la altura de los hombros, no de la cabeza.
Con el cuello extendido y la cabeza en la posición en la que estaba girada, de forma que el oído dañado quede debajo, debe permanecer unos 30 segundos.
En la siguiente posición el individuo tiene que girar la cabeza, sin levantarla de la cama, unos 90º hacia el lado contrario y permanecer así el mismo tiempo que antes.
Después volver a girar la cabeza, esta vez junto con el cuerpo, otros 90º y tras aguantar medio minuto el último movimiento consiste en incorporarse por el lado en el que se encuentre y quedarse sentado en la cama.
La otra maniobra que parece exitosa es la de Semont, consta de tres pasos.
El afectado comienza sentado con la cabeza girada 45º hacia el lado del oído malo.
Después debe dejarse caer en la cama rápidamente hacia el lado contrario al que giró la cabeza y permanecer en esta postura 30 segundos.
Es decir, si la cabeza está girada hacia la izquierda la persona debe dejarse caer hacia la derecha y viceversa.
El siguiente paso es mover rápido la cabeza y el tronco hacia el otro lado, sin pararse en la posición erguida en la que empezó el ejercicio.
Después de otros 30 segundos, hay que incorporarse.
Debe averiguarse si el paciente no tiene lesiones en la columna cervical, porque de ser así, deberá protegerse el cuello con algún accesorio especializado.
Aún así se recomienda el uso de collarín blando por 48 horas posterior a las maniobras.
El vértigo posicional paroxístico benigno, en pacientes mayores, puede desencadenarse debido a su situación vascular, ya que es posible la falta de irrigación sanguínea en las diferentes áreas del cerebro y del oído, también por severo traumatismo en la cabeza, tumor en el oído interno o proceso degenerativo y en muchos de los casos los médicos desconocen la verdadera causa de esta alteración.
El vértigo posicional benigno
es una enfermedad benigna,
pero puede ser
extremadamente desagradable.
Sin embargo, debido
al sufrimiento del paciente
debe ser remitida
a consulta médica.
Cabe aclarar que en México no hay cultura médica, la tendencia es buscar remedios caseros y autorrecetarse, casi nadie va al especialista al primer síntoma.
En resumen, este trastorno puede curarse al 100%, pero se necesita la ayuda y supervisión de un especialista y una buena actitud ante tan singular tratamiento. Bastan unos golpecitos para que su equilibrio esté perfecto.